Uno debería saber que no pasa nada si te moja la lluvia, que el sereno no enferma, y que lo único que pasa cuando duermes con el pelo mojado es que mojas la almohada. Uno debería saber que los fantasmas existen, en tu cabeza, y en la cabeza de los que no te entienden, o de los que dicen que estás loco.
Uno debería saber que el que vive por dinero, trabaja por dinero, piensa solo en dinero, terminar por vivir una vida vacía, sin sentido y a veces ni se da cuenta que es por eso.
Uno debería saber lo que es tener una pasión. Una pasión más grande que cualquier amor que hayas sentido. Uno debería saber mirar dentro de sí y estar dispuesto a enfrentar el que no le guste lo que encuentra.
Uno debería saber lo que es un comienzo. Arrancar con una idea. Un sueño. Uno debería saber lo que es reconocer que las cosas no salieron bien. Uno debería saber que humildad significa saber perder. Uno debería saber que perder no es tan malo como la gente piensa. Uno debería saber administrar la derrota, y buscar el triunfo a través del fracaso.
Uno debería saber abrazar de distintas formas. Uno debería conocer diez mil y más tipos de besos.
Uno debería saber que las mejores noches dan paso a las mañanas más duras. Uno debería saber que a veces hace falta la fuerza de un imperio para pararse de la cama. Uno debería saber lo que es un dolor de espalda, de estómago y de cabeza. Uno debería saber que ninguno de esos dolores es comparable con el dolor de la consciencia.
Uno debería saber que los amigos traicionan y que las parejas se cansan, que los hijos abandonan, pero los enemigos también.
Uno debería saber que las batallas no siempre se pelean, a veces también se abandonan.
Uno debería saber que no tiene nueve vidas, como los felinos, pero tiene más de una muerte.
Uno debería saber que el chocolate cura, que a veces el cigarro da vida, y que otras el alcohol fortalece, que algunas medicinas matan. Que a veces nos aferramos a muchos remedios cuando en realidad no estamos tan enfermos.
Uno debe saber que el mal existe, pero no importa. Uno debe saber que el bien existe y que eso es lo único que importa.
Uno debe saber que es necesario estar solo. A veces. Saber estar solo. Que estar solo es algo que se aprende. Bailar solo. Ir al cine solo. Comer solo. Ver televisión solo. Dormir solo. Pensar solo. Hablar solo. Encerrarse en un mundo que es inalcanzable para el resto de la humanidad. Inventar un universo. Caminarlo cuando uno siente que el mundo se le queda pequeño y que nadie, nadie sabe lo que es probarse tus zapatos.
Uno debería saber el poder que tiene una palabra. Que las amistades más importantes nacen en quince minutos. Que las amistades que duran más de quince minutos no las debilita nada. Uno tiene que saber que a lo mejor toda una vida de amistad acaba cuando te das cuenta que ese amigo que creías tener era más producto de tu imaginación que de la realidad. Uno tiene que saber que a veces la realidad es desengaño.
Uno tiene que saber que el amor duele, que la lealtad es algo duro de mantener, que es fácil ser sincero hasta que la única forma de sobrevivir es decir una mentira. Uno tiene que saber que paga más ser honesto. Uno tiene que saber que los principios son el alimento fundamental del corazón.
Uno tiene que saber que todo tiene un costo. Que todo en la vida es un compromiso. Que siempre va haber alguien que te pida algo a cambio.
Uno tiene que saber que recorrer un camino trazado por uno mismo implica quebrar muchas lanzas, rupturas, adioses, desencuentros, momentos de duda, de soledad, y una lucha constante de devolverse, o desviarse, de caminar un camino trazado por otro, que en apariencia es más fácil, pero que sólo lleva a un terreno donde hay arrepentimiento.
Uno tiene que saber que siempre habrá alguien que critique, que diga que no, que trate de cerrarte la puerta que tu quieres abrir porque le da miedo ver que otros son libres.
Uno debería saber que la libertad es algo interno, que la vida es un juego constante entre voluntad y destino.
Uno debería saber que ninguna decisión es definitiva.
Uno debería saber que mientras más complejo el objetivo más vale la pena deshacerlo todo y volver a empezar.
Uno tiene que saber que puede lograr cualquier cosa que se proponga.
Uno tiene que saber que los que tienen suerte son los que están convencidos de que la tienen, y los que no se paran a oler las flores, sino que se sientan a trabajar duro a pintarlas, describirlas, y luego salen a buscarlas. Sin parar.
Uno debería escuchar su cuerpo. Uno debería saber escuchar su corazón. Uno debería saber que a veces es necesario que manden los sentimientos, pero que es lógico dejar que sea la razón la que tenga la última palabra.
Uno debería saber que lo que dicen los demás tal vez te importa, pero que al final no cuenta para nada, uno tiene que saber que esa gente que uno llama los demás siempre termina por cambiar de opinión.
Uno debería saber que la vida es de uno y de nadie más, que las decisiones son de uno y de nadie más. Uno debería saber que al final se nace solo, y se muere solo, así que dejar de hacer las cosas por lo que otros piensen u opinen generan penas más grandes que cualquier paso errado, o en falso.
Uno debería saber que la mejor cura para una tristeza es que la cocina se llene de un olor que te recuerde la infancia, como el plátano frito o una torta que está subiendo en el horno.
Uno debería saber tantas cosas. Tantas cosas que a veces pareciera que una vida no basta.
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