Existen evidencias arqueológicas que indican que la domesticación del frijol se inició hace unos 7 mil años en lo que hoy es territorio mexicano, principalmente en Coaxtlán, Puebla.
En la época prehispánica, los frijoles se consideraron como un alimento indispensable y se combinaban de distintas maneras; con maíz y carnes de varios animales. En la actualidad se sabe que son ricos en calcio y fibra. Es más, los especialistas informan que proporcionan tres veces más fibra que las pastas, por lo que se dice que la pasta sí engorda y los frijoles no. Por otra parte, esta leguminosa en unión con el maíz, forma una combinación que genera las proteínas fundamentales para que quien los consume regularmente esté bien nutrido.
Su consumo puede ser de mil formas, desde unos frijolitos refritos –que bien pueden acompañar diversos guisados o bien que se embarren sobre una tostada- hasta como parte de infinidad de sofisticados platillos dignos de las mejores mesas y en los que pueden ser los ingredientes estrella.
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