Quien se decide por tener peces en casa adopta, en principio, uno de los tipos de mascotas “más fáciles de mantener y que requieren menos trabajo”.
Todo comienza frecuentemente cuando los niños de la familia logran convencer a sus padres de comprar una pequeña bola de cristal (o incluso de plástico para que no haya riesgos al limpiarla) con u par de peces de colores.
Asimismo, es usual que los padres razonen –entre otras cosas- que estos animalitos apenas ocupan espacio, no hacen ruido, no huele, no hay que sacarlos a pasear, no despiertan de madrugada con sus ruidos, sin embargo, conforme pasa el tiempo y esta especie se adopta al nuevo hogar “sin apenas dar quehaceres ni preocupaciones”, va surgiendo la inquietud de ampliar y decorar mejor el acuario con lo que, poco a poco, no sólo se introducen más ejemplares, sino que también surge la fascinación por un mundo nuevo: la acuariofilia o afición a la cría de peces y otros organismos acuáticos bajo condiciones controladas.
Tener un pequeño acuario crea un ambiente inigualable en las habitaciones o zonas de paso de cualquier hogar. Es más, su decoración y la posibilidad de que por la noche estén iluminados lo convierte en la atracción preferida de las visitas.
Respecto a dicha afición –llamada acuariofilia-, los especialistas resaltan que su origen es muy antiguo y va ligado al de la acuicultura. Por ejemplo, en la antigua China, los terrenos inundados para le cultivo de arroz eran utilizados también para la cría de carpas koi, que eran seleccionadas por su colorido y belleza. Al pasar el tiempo, tales especies fueron llevadas a Japón donde se desarrollaron nuevas y sensacionales variedades.
Posteriormente, ya entrado el siglo XX, se empezó a intentar las crías de géneros tropicales y los acuarios se convirtieron mundialmente en objetos de decoración en hogares y lugares públicos.
En la actualidad, la acuariofilia plantea el reto de recrear un ecosistema acuático artificial en el que se puedan desarrollar todo tipo de ejemplares acuáticos y plantes con el auxilio de sistemas técnicos sofisticados.
Una pecera esférica de cristal con muy pocos litros de capacidad, cuya temperatura es variable y cuya agua se debe cambiar a diario, no es el medio más adecuado para albergar a muchos peces de diferentes especies como mascotas.
Si bien en tales depósitos los peces pueden “vivir”, la realidad es que lo hacen en condiciones bastantes adversas porque generalmente padecen de falta de espacio, compiten innecesariamente por alimento y reclaman silenciosamente un ambiente natural para poder desarrollar sus instintos particulares.
Por ello, quien se decide por tener peces como mascotas debe plantearse el reto de montar un acuario completo en el que sea posible observar “lo juegos”, ciclos alimenticios y reproductivos de tan nobles animales de compañía de la manera más parecida a como ocurriría en la vida normal.
Para lograr tal misión, los especialistas recomiendan que el aficionado se informe bien del tipo de recipiente (tamaño y forma) y alimentación más adecuado para las futuras mascotas, así como la compatibilidad entre ellas, sin olvidar el equipo requerido (bombas de aire, filtros, lámparas y calentadores) para mantener el agua del acuario bien aireada, limpia, iluminada y a temperatura apropiada para que sus ocupantes vivan felices y de manera plena.
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