Jesús, acompañado de sus discípulos iba camino a Jerusalén, y al acercarse a Betfagé y a Betania, junto al Monte de los Olivos, le pidió a dos de sus discípulos que fueran al caserío que estaba frente a ellos y le llevaran un burrito que nadie había montado; así lo hicieron y Jesús montó en él, conforme iba avanzando la gente tapizaba el camino con sus mantos y cuando ya estaba cerca la bajada del monte de los Olivos, la multitud de discípulos entusiasmados alabaron a Dios a gritos por todas la maravillas que habían visto, diciendo: “¡Bendito el rey que viene en nombre del Señor! ¡Paz en el cielo y gloria en las alturas!”
San Lucas 19, 28-40
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