Gracias a la precisión del calendario maya, considerado el más perfecto entre los pueblos mesoamericanos, fueron capaces de organizar sus actividades cotidianas, así como registrar simultáneamente el paso del tiempo, los acontecimientos políticos y religiosos que consideraba cruciales. Específicamente, dicho almanaque consiste de tres diferentes cuentas de tiempo que transcurren paralelamente:
• El calendario Tzolkin que consta de 260 días (kines) y tiene 20 meses (uinales) combinados con trece numerales (gurismos), su función era dirigir la organización de las tareas agrícolas.
• El calendario Haab de 365 días de 18 meses (uinales) de 20 días (kines) cada uno y cinco días adicionales denominados uayeb, para formar un ciclo sincronizado que dura 52 tunes (un tun equivale a un año maya) o habas (18.980 kines); era la base del calendario religioso y de muchas ceremonias.
• El Sistema de la Cuenta Larga era un calendario que mezclaba el Tzolkin y el Haab, era utilizado para distinguir cuándo ocurría un evento con respecto a otros sucesos de los otros dos calendarios mencionados.
Al respecto, evidencias arqueológicas señalan que ciertas inscripciones mayas de la Cuenta Larga concluyen con lo que se denomina serie lunar, otra forma del calendario que proporciona información relevante de dicho astro.
Los sacerdotes mayas, llamados ahí kin que significa: “el que proviene del Sol”, eran poseedores de grandiosos conocimientos matemáticos y astronómicos que interpretaban de acuerdo a su cosmovisión religiosa, así como los años que iniciaban, los venideros y el destino del hombre. También, establecieron una “día cero” para la historia de la humanidad, que según los científicos corresponde al 12 de agosto de 3113 a.C., por supuesto que se desconoce qué sucedió en tal fecha pro lo que los expertos la consideran como una fecha mítica, es a partir de ese día que los mayas comenzaron a calcular con extraordinaria precisión el tiempo y sus ciclos.
Una característica particular del calendario maya es que la repetición de fases denominaba a la linealidad del tiempo, es decir, podían suceder cosas diferentes al interior de cada periodo de 20 ó 52 años, pero cada nueva secuencia era exactamente igual a otra, pasada o futura. Tal “renovación” crea problemas para traducir las fechas mayas al calendario occidental, dado que resulta muy difícil identificar hechos parecidos en secuencias diferentes. Por ejemplo, el registro del ataque tolteca del siglo x se confunde en las crónicas mayas con la invasión española sucedida 500 años después.
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