En los alrededores de Chetumal se encuentra la zona arqueológica de Dzibanché, centro ceremonial maya fundado hacia el año 250 a.c. Dicho lugar, quiere decir “escritura en madera”, es uno de los asentamientos antiguos de la cultura maya más grandes del sur de Quintana Roo, con un área de 40 km2 de húmeda y densa jungla; íntegros en los alrededores. La región emerge independientemente de los nexos que haya podido tener con el Petén guatemalteco, Belice o con Yucatán. Es decir, Dzibanché posee un bagaje cultural propio, bien integrado y distinguible de los que se observan en regiones vecinas. Una muestra de ello es que la ciudad enfrentó exitosamente por un largo periodo, el reto que significaba la falta de recurso básico como el agua y las materias primas.
Este núcleo urbano –como centro cívico- religioso relevante- está construido por varias plazas flanqueadas por basamentos piramidales. A medida que uno se aleja del área de mayor monumentalidad, dedicada al ritual, a la administración y a la habitación de la élite, las plataformas se hacen más bajas y más cortas, pues son espacios dedicados a la vivienda de artesanos, comerciantes, funcionarios menores, es decir, a los grupos que ostentaban una menor jerarquía social.
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