Mascotas
Tener un animal exótico como mascota proporciona muchos buenos momentos, tales como el facilitar la evocación de lugares lejanos a nuestro hogar: sin embargo, su cuidado no es tarea fácil.
Por ejemplo, los que requieren de alimento vivo o con necesidad de grandes espacios para vivir son difíciles de armonizar en los departamentos de las grandes ciudades. Es más, se ha demostrado que ciertos animales exóticos desarrollan estrés de cautividad, situación que aparece porque no viven con las mínimas condiciones que asemejen su ambiente natural.
Un claro ejemplo de ello ocurre en cierta tortugas, cuando la falta de luz solar altera el metabolismo del calcio del organismo, lo que tiene por consecuencia el debilitamiento del caparazón y los huesos.
Asimismo, el aislamiento por cautividad puede deteriorar en cierta medida la vida de algunos animales pertenecientes a especies de naturaleza social, es decir, que necesitan de la convivencia con otros individuos de su misma clase.
Un aspecto más que los expertos resaltan, es el hecho de que frecuentemente se encuentran en peligro de extinción –como ocurre con ciertas aves, reptiles o mamíferos sudamericanos-.
Tener un animal exótico como mascota aporta muchos beneficios emocionales parecidos –e incluso superiores- que cuando adoptas animales domésticos tradicionales.
Por ello, es razonable buscar siempre la forma más conveniente de proporcionarles las mejores condiciones de vida y considerar todas las posibles repercusiones que su presencia puede llegar a tener en las personas que viven cerca de nosotros.
Por ejemplo, aunque llenos de belleza, algunos pueden ser ponzoñosos o agresivos, por lo que se deben evitar las escapadas sorpresivas como medida de seguridad, tanto para su propia vida como para ahorrarles más de un susto a los vecinos.
En el mismo sentido, ciertos animales exóticos implican un peligro potencial de transmisión de enfermedades o zoonosis. Un ejemplo de tal situación es la psitacosis también conocida como “enfermedad del loro”, “fiebre del loro” u “ornitosis”, es causada por una bacteria que afecta a cacatúas, periquitos, palomas, patos, gallinas entre otras especies de aves y que, de transmitirse al ser humano, puede causar neumonía.
Por todo lo anterior, los especialistas resaltan que, si bien es cierto que el comercio facilita su adquisición, su cuidado y seguridad depende sólo del dueño.
Para muchas personas, la relación con un perro como mascota es como la de un padre con un hijo pequeño porque se le debe invertir tiempo en estar informado de todo lo relacionado con sus cuidados físicos y hasta emocionales.
A pesar de que el perro (Canis lupus familiaris) es un mamífero carnívoro de la familia de los cánidos, su alimentación se ha modificado como consecuencia del estrecho lazo que ha existido con el hombre desde la antigüedad, hasta el punto en que actualmente es alimentado como si fuese omnívoro.
Al respecto, los investigadores afirman que es muy posible que la domesticación del perro comenzara más por la adaptación espontánea de este cánido al acercarse a vivir junto al hombre que por la voluntad humana, es decir, vivir junto al hombre resultó ventajoso para dicho cánido.
Por lo anterior, es fácil comprender que desde hace mucho tiempo el perro se adaptó a vivir en comunidades humanas al poder alimentarse con menos esfuerzo, disfrutar del afecto y cuidado humano y, en general, a vivir en mejores condiciones que uno salvaje de su raza.
“Los perros no son todo en nuestra vida, pero ellos la hacen completa”
Roger Caras, fotógrafo de la vida silvestre.
Los perros fueron los primeros animales en ser domesticados, por lo que han sido de suma importancia en el desarrollo de la civilización humana.
Al respecto, la evidencia fósil más antigua fue encontrada en 2008 en la cueva Goyet, Bélgica, correspondiente a unos 31 mil 700 años. Hasta entonces, las únicas pruebas que se tenían del perro como compañía del hombre provienen de Rusia, con 14 mil años de antigüedad, es decir, el perro ha convivido con el ser humano ¡más del doble de tiempo de lo que se pensaba!
Los especialistas afirman que el hombre consiguió “domesticar” en el pasado a ejemplares del lobo –o mejor dicho, fue incapaz de impedir que tal especie cánido se estableciera en sus aldeas y tuviera allí a sus cachorros- con la finalidad de que le auxiliara en sus distintas labores.
Al pasar el tiempo, surgieron diferentes razas y desde entonces ambas especies (hombre y perro) se han brindado ayuda, compañía y seguridad mutuas. Por ejemplo, el perro era útil como ayuda en la caza y para defender al clan y su morada, en tanto que éste reciba cuidados físicos y afectivos como gratificación.
“Amo a los perros porque nunca le hacen sentir a uno que los haya tratado mal”.
Otto Von Bismark, estadista, militar, político y prosista alemán.
El perro doméstico (Canis lupus familiaris) sobresale actualmente como mascota por la diversidad de razas que existen; tal vez la principal característica que le permitió acompañar al hombre desde la antigüedad sea el hecho de poseer un oído y un olfato muy desarrollados, cualidades que le permitieron custodiarlo ante diferentes situaciones.
Otra característica distintiva es su inteligencia. A decir de los especialistas, tal particularidad se refiere a “la habilidad de un perro para aprender, para pensar y para resolver problemas”.
Los entrenadores, los amos y los investigadores no se ponen de acuerdo en un método para confirmar dicho talento canino, aunque éste se evalúa tradicionalmente a través de la resolución de laberintos. Es más, por su “naturaleza sociable” se deduce que entienden estructuras sociales, con lo cual aprenden a comportarse con otros miembros del grupo, ya sean otros canes o humanos.
Como sea la realidad, es un hecho que estos animales aportan compañía, comprensión, amistad, cariño, lealtad, se “identifican” plenamente con quienes están y se expresan de tal forma que es indudable que sean seres con capacidad de discernimiento.
Confuncio, filósofo chino.
Quien se decide por tener peces en casa adopta, en principio, uno de los tipos de mascotas “más fáciles de mantener y que requieren menos trabajo”.
Todo comienza frecuentemente cuando los niños de la familia logran convencer a sus padres de comprar una pequeña bola de cristal (o incluso de plástico para que no haya riesgos al limpiarla) con u par de peces de colores.
Asimismo, es usual que los padres razonen –entre otras cosas- que estos animalitos apenas ocupan espacio, no hacen ruido, no huele, no hay que sacarlos a pasear, no despiertan de madrugada con sus ruidos, sin embargo, conforme pasa el tiempo y esta especie se adopta al nuevo hogar “sin apenas dar quehaceres ni preocupaciones”, va surgiendo la inquietud de ampliar y decorar mejor el acuario con lo que, poco a poco, no sólo se introducen más ejemplares, sino que también surge la fascinación por un mundo nuevo: la acuariofilia o afición a la cría de peces y otros organismos acuáticos bajo condiciones controladas.
Tener un pequeño acuario crea un ambiente inigualable en las habitaciones o zonas de paso de cualquier hogar. Es más, su decoración y la posibilidad de que por la noche estén iluminados lo convierte en la atracción preferida de las visitas.
Respecto a dicha afición –llamada acuariofilia-, los especialistas resaltan que su origen es muy antiguo y va ligado al de la acuicultura. Por ejemplo, en la antigua China, los terrenos inundados para le cultivo de arroz eran utilizados también para la cría de carpas koi, que eran seleccionadas por su colorido y belleza. Al pasar el tiempo, tales especies fueron llevadas a Japón donde se desarrollaron nuevas y sensacionales variedades.
Posteriormente, ya entrado el siglo XX, se empezó a intentar las crías de géneros tropicales y los acuarios se convirtieron mundialmente en objetos de decoración en hogares y lugares públicos.
En la actualidad, la acuariofilia plantea el reto de recrear un ecosistema acuático artificial en el que se puedan desarrollar todo tipo de ejemplares acuáticos y plantes con el auxilio de sistemas técnicos sofisticados.
Una pecera esférica de cristal con muy pocos litros de capacidad, cuya temperatura es variable y cuya agua se debe cambiar a diario, no es el medio más adecuado para albergar a muchos peces de diferentes especies como mascotas.
Si bien en tales depósitos los peces pueden “vivir”, la realidad es que lo hacen en condiciones bastantes adversas porque generalmente padecen de falta de espacio, compiten innecesariamente por alimento y reclaman silenciosamente un ambiente natural para poder desarrollar sus instintos particulares.
Por ello, quien se decide por tener peces como mascotas debe plantearse el reto de montar un acuario completo en el que sea posible observar “lo juegos”, ciclos alimenticios y reproductivos de tan nobles animales de compañía de la manera más parecida a como ocurriría en la vida normal.
Para lograr tal misión, los especialistas recomiendan que el aficionado se informe bien del tipo de recipiente (tamaño y forma) y alimentación más adecuado para las futuras mascotas, así como la compatibilidad entre ellas, sin olvidar el equipo requerido (bombas de aire, filtros, lámparas y calentadores) para mantener el agua del acuario bien aireada, limpia, iluminada y a temperatura apropiada para que sus ocupantes vivan felices y de manera plena.
El gato doméstico Fellis silvestris catus es un pequeño miembro carnívoro de la familia Felidae que ha convivido con el ser humano desde hace unos 9 mil 500 años.
A pesar de los procesos de domesticación a lo que esta especie ha estado sujeta y que la hicieron figurar en la mitología y leyendas de diferentes culturas –tales como la egipcia, la japonesa, la china y la escandinava principalmente- , los gatos aún pueden vivir en ambientes silvestres formando pequeñas colonias.
Desde el punto de vista conductual, los especialistas aclaran que estos compañeros se comunican con gemidos, gruñidos y alrededor de un centenar de diferentes vocalizaciones, además del lenguaje corporal. Asimismo, resaltan que estos felinos se distinguen porque, a diferencia de otros como el león, el tigre o el jaguar, no son capaces de rugir ferozmente aunque si son capaces de “ronronear”.
Tales expresiones se deben a que en todos los gatos se encuentra un conjunto de piezas óseas en la base de la lengua, las cuales vibran en función de los estímulos recibidos en el sistema nervioso. Dichos estímulos pueden surgir cuando “están contentos”, cuando están asustados o doloridos, o bien, cuando las hembras amamantan a sus crías.
Las aves pueden llegar a ser compañeros maravillosos para el hogar, sobre todo cuando el espacio es limitado o los miembros de la familia son alérgicos a otros animales.
Sin embargo, hay que recordar que las aves presentan comportamientos especiales que debemos considerar cuando se elige tener este tipo de animales como compañía.
Por ejemplo, los pericos son mascotas excelentes porque pueden criarse individualmente, en parejas o en grupos pequeños, en una jaula que les permita el vuelo. En el caso particular de los periquitos australianos, los expertos señalan que son aves amistosas y relativamente fáciles de domesticar si se adquieren cuando son pequeños.
En el caso de los pericos de tamaño mediano o grande -como las cotorras de cola larga, las cacatúas, el papagayo gris africano o las guacamayas-, requieren de un mayor tiempo y esfuerzo por parte de sus dueños para satisfacer sus requerimientos.
Cualquiera que se la elección, un dueño responsable debe asumir que las aves requieren habilidad, conocimiento y compromiso para poder aprender acerca de sus limitaciones y comportamiento.
El origen de las mascotas se remota al neolítico o revolución agrícola, es decir, a los inicios de la agricultura y la domesticación de animales, cuando el hombre primitivo dejó de ser nómada y se convirtió en un ser sedentario.
En tal sentido, se denomina domesticación de animales al proceso por el cual una determinada especie pierde, adquiere o desarrolla ciertos caracteres (morfológicos, fisiológicos o de comportamiento heredables) y que además, beneficia de alguna forma la interacción con el ser humano.
Al respecto, los expertos señalen que los primero animales domados fueron posiblemente el perro y las ovejas, hace aproximadamente 15 mil años.
El neolítico tuvo su desarrollo en el Oriente Próximo (Egipto, Líbano, Israel, Turquía, Jordania, Siria, Iraq y Arabia) desde donde se extendió el resto del mundo. En el caso de América, los especialistas señalan que dicha época se desarrolló paralelamente y de forma independiente del resto de las regiones mencionadas.